jueves, 9 de julio de 2015

Inteligencia de Mercado y Guerra Económica

¿Dónde están las cifras?

Una de las mayores y más evidentes debilidades del Gobierno Bolivariano a la hora de enfrentar la Guerra Económica es la ausencia casi total de Inteligencia de Mercado que le permita conocer a cabalidad el teatro de operaciones, identificar a los enemigos, determinar flancos débiles y puntos de ataque. La institucionalidad se mueve con los ojos vendados y las decisiones, evidentemente, ayudan más a la burguesía que a la patria. Desde el punto de vista discursivo y mediático, se enfatiza que sufrimos un ataque en nuestra dinámica comercial desde todos los centros de poder económicos y financieros, nacionales e internacionales. Pero son generalidades que no se traducen en acciones de contraataque.

Se decide, no se sabe qué lumbrera lo ideó, que ya no se sacará la cifra del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) a la luz pública porque eso favorece a la derecha. Dar a conocer el índice inflacionario mensual es algo contrarrevolucionario, supongo. Pero los economistas y especialistas del área que se posicionan como asesores del gobierno, responden a la reforma y sus “soluciones” sólo perpetúan los males que sufrimos. Más aún, carecen de la agudeza necesaria para actuar adecuadamente en un escenario de guerra económica.

Fíjense en esto, ¿por qué nunca sabemos las cifras vinculadas a la realidad comercial del país? ¿Por qué no se publica, por ejemplo, el Índice de Bachaqueo a nivel nacional? ¿Por qué no hay números concretos que proyecten el Porcentaje de Sobrefacturación promedio mensual en Importaciones recibidas en los puertos de La Guaira o Puerto Cabello? ¿Cuál es el Promedio Especulativo del sector automotor en Venezuela? ¿Cuáles son los niveles históricos de productividad de grandes empresas como la POLAR? ¿Por qué no sabemos los apellidos de los dueños y la segmentación del mercado venezolano en el sector de transportistas y distribuidores? ¿Cuáles son los centros de producción y venta, por ejemplo, de cemento en el país, cuánto producen, a cómo venden y a quién le venden? ¿Cuáles son las bandas de precios de un café grande en las panaderías de Venezuela? ¿Por qué no se genera un Índice de acaparamiento por sector alimentos, en la Gran Caracas por ejemplo? ¿Por qué no hay cifras del número de containers con chatarra que aún llegan a los puertos? ¿Cuál es la proyección estadística del aumento promedio porcentual en los colegios privados del país? ¿Cuál es el nivel de avance contra la Guerra Económica, qué cifras lo constatan, cuáles son los indicadores de gestión? ¿Cuál es el promedio de desabastecimiento inducido en grandes centros urbanos de la región centro-occidental, por ejemplo?

Éstas preguntas generadoras, y muchísimas otras más, cuestionan y buscan generar cifras que respalden estadísticamente los fenómenos de la guerra Económica. Como este levantamiento de información no se lleva a cabo, como estos indicadores vanguardistas no son articulados metodológicamente, pues tenemos el desastre económico que vivimos.

Nos atacan sin piedad y la institucionalidad luce perdida y desorientada. No existe planificación ni optimización en la manera de enfrentar el conflicto. No se sabe qué hacer y el pueblo sufre, cada día más, la embestida de la burguesía parasitaria. A esto hay que sumarle, quienes en puestos de dirección sacan provecho particular en río revuelto. La estructura podrida de la economía nacional sigue intacta, desangrando a la patria y destruyendo a la revolución.

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