viernes, 8 de julio de 2016

El sanduche

Pan rojo y pan azul

Los panes que conforman las partes externas del sanduche, fueron electos a través de los votos para que ocuparan esa posición en la composición del platillo. Los ingredientes de relleno, son aquellos que ejercen su derecho al sufragio para que, al elegir el tipo de pan, se puedan solventar muchas de las necesidades que viven diariamente.

Como era de esperarse, los dos panes se detestan a muerte y luchan constantemente para desplazar al otro del plato. Uno de los panes, que tiene un color bastante cálido, tiene más de una década formando parte del sanduche porque el relleno así lo ha querido en reiteradas oportunidades. A lo largo del tiempo, este pan carmesí se ha aferrado a su rol como muro de contención culinario que impide el relleno se desborde.

El otro pan, está hecho con ingredientes distintos. Luce más frío pero, a fin de cuentas, es un pan. Tiene muy poco tiempo formando parte del ensamblaje nutricional, pero con la particularidad que su propósito es totalmente distinto al de su pan adversario: busca por todos los medios disponibles sacar del juego al contrincante, inclusive sin importarle la destrucción total del plato.

El relleno, obviamente, está en el medio de los dos panes. Sufre el estrés de las ambiciones de los dos extremos quienes lo aprisionan para que, por simple física, se genere una repercusión que incomode al adversario. El relleno entonces pasa a ser, en vez del eje que le aporta el gusto especial al sanduche, el medio a través del cual ambas parcialidades ejecutan sus ataques.

El relleno es escudo y espada al mismo tiempo. Los panes desvirtúan su rol protector del relleno por lo que éste, al verse en medio de una pugna desmedida, se siente desvalido e indefenso. Poco a poco, día a día, el contenido del sanduche empieza a perder confianza en los otros integrantes del platillo porque le son extraños. Dado que nadie escucha y la rencilla prevalece, el relleno se observa cansado y obstinado por las actitudes tan intransigentes.

Lo peor de todo esto, es que los panes hacen caso omiso a las solicitudes y necesidades del relleno y continúan su terca marcha hacia un destino incierto. El contenido central del plato ya no siente compromiso con ninguno de los dos panes, no siente empatía y se cuestiona reiteradamente el continuar siendo cómplice de una situación que en nada le favorece. ¿Qué hacemos? ¿Nos comemos el sanduche?

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